Por la crisis política y económica, la actividad en el mercado inmobiliario rural cayó 15 % en julio

Así lo reflejó un informe de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales. La fuerte suba del dólar, de la inflación y la inestabilidad política y económica generada tras la renuncia de Martin Guzmán, impactó de lleno en el sector, frenando operaciones de compraventa de campos.

granos en campo

La renuncia del ex ministro de Economía, Martín Guzmán, ni bien empezado julio, profundizó de una manera muy contundente la crisis económica y política que ya vivía el país, generando, entre otras cuestiones, una mayor espiralización de la inflación, el salto de los dólares bursátiles y del denominado “blue” y una zozobra institucional muy grave, que golpeó de lleno a todo el entramado productivo argentino.

Uno de ellos fue el campo y todas las actividades que lo circunscriben, donde la incertidumbre sobre el devenir de la situación acuciante del país afectó de sobremanera al sector, generando una suerte de parálisis en muchos de ellos. Tal es el caso del mercado inmobiliario rural, que sufrió una caída de la actividad en julio del 15%, según un estudio realizado por la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR).

Al respecto, la entidad empresaria confecciona un índice llamado InCAIR que refleja la actividad del mercado inmobiliario rural. En julio, dicha medición se ubicó en 31,08 puntos, cayendo de los 35,75 puntos de junio, lo que supuso la primera retracción en la compraventa de propiedades rurales tras cuatro meses continuos de crecimiento en el nivel de actividad.

Según explicita el informe, “los últimos cambios en el Ministerio de Economía impactaron de forma negativa en el mercado inmobiliario rural durante julio”. En diálogo con Infobae, el presidente de CAIR, José María Bauzá, explicó ante un contexto donde “el dólar subió un 30% en 10 días, se frenaron muchísimo las operaciones, no todas, pero sí muchas, sobre toda la de grandes importes”.

Es necesario tener en cuenta que casi la totalidad de las operaciones inmobiliarias se realizan en dólares. Si bien el sector había mostrado una “mejora en la actividad” en los últimos meses, ante esta situación de extrema fragilidad que vivió el país “el inversor grande quiere ver qué hay por delante, cuál es el panorama”, dijo Bauzá.

Asimismo, el informe advierte que la caída en la actividad no fue más profunda gracias a la “alta inflación registrada en las principales economías mundiales y a la firmeza en el valor de los commodities”. En este sentido, el directivo marcó que ante la inestabilidad mundial causada por la guerra entre Rusia y Ucrania hizo que “las colocaciones financieras y bursátiles cambiaran y se produjeron algunos movimientos de fichas que pusieron nervioso a más de un inversor y no hay nada mas estable que la tierra”, lo cual hizo que se vea a este negocio como un “valor de resguardo”.

Previsibilidad

Para que el sector vuelva a tomar impulso, Bauzá ve como primordial dotar de previsibilidad al sector agropecuario en general y al inmobiliario en particular. “Lo que se necesita es que no haya más políticas zigzagueantes que hoy marcan una cosa y mañana otra. Es básico para cualquier producción, sea agropecuaria, industrial o empresarial. Mientras haya un mínimo de previsibilidad, el sector arranca rápidamente”.

En la misma línea opinó el director de la División Campos de la inmobiliaria J.L. Ramos, Juan José Madero. El también ex presidente de CAIR, quien considera que tras el “terremoto de julio, el mercado se puso en stand by”, afirmó que lo que requiere la actividad es previsibilidad, pero también destrabar la restricción del acceso a los dólares impuesta por el Gobierno.

La primera traba que hay en el mercado es el cepo. Venimos de 11 años de esto y sin darnos cuenta naturalizamos esta situación. Los campos se negocian en dólares y más allá de que haya un acuerdo entre las partes en el precio el problema es cómo se instrumenta eso, o sea, cómo se paga. Ahí hay una traba y si no hay mucha predisposición de las partes para resolver esa problemática, muchas operaciones no prosperan”, remarcó Madero.

Para adelante, Madero subrayó que lo que “necesita el inversor es previsibilidad” ya que “las inversiones en tierra son de largo plazo, incluso con una proyección generacional. Sirve como refugio de capital, para cuestiones familiares y ahí es donde el inversor mira qué pasa con la política y proyecta hacia adelante. Este año lo que percibimos es que la actividad empezó a dinamizarse y pareciera que el inversor está viendo un fin de ciclo político de cara al 2023 y que proyecta que lo que venga sea más racional”.

Fuente: Infobae.com del 11 de agosto de 2022